
Sus musas están amarradas a su presencia. Él ya no está. Lanza al cielo sus falsedades, regálale el último beso, donde quiera, que ahora el futuro es incierto y las lágrimas colirio limpian de dolor el alma y purifican el corazón; que ahora el amor entró en coma y la melancolía ansiosa tras la puerta espera su momento para dar el golpe final.
¿A dónde fueron a parar los sueños, las ilusiones y él? Devuélvele las musas que se fueron contigo el día en que decidiste instalar en tu vida lo incierto, el azar.
Enciende la chispa de tus emociones, toma un papel de desesperanza, y escribe el último verso por él, que quedará grabado en su memoria, y en alguna que otra parte.
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