Y fue un instante el culpable de todo. Nadie sabe bien si fue por una mirada, un abrazo, un gesto. El final nunca fue del todo cierto, pues nuestros mudos amantes sentían en soledad. Ese encuentro detonó el silencio y convirtió sus corazones en elocuentes oradores, valientes a la hora de pronunciar lo que tanto ocultaron. El sentimiento no pudo esperar. El amor colmó el lugar, y tantos años de paciencia comenzaron a dar frutos. Cada segundo se transformó en eternidad, y todos rincones de aquella ciudad fueron iluminándose poco a poco con el resplandor que emanaban ella y él, pues luego de tantas lágrimas emergió la luz. El cielo se tornó gris esos días; un gris húmedo, un gris tormentoso… Un gris perfecto para el calor de un amor renaciente. El universo explotó el día del adiós, y no hubo canciones, ni cartas, ni recuerdos que menguaran el dolor. Y ahora las sonrisas reinan en sus vidas; los planes de un futuro juntos son el día a día y las promesas cumplidas son tan reales como su felicidad.
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Diez días fueron pocos para vivir este sentimiento. Él le prometió sentir esta felicidad en cada nuevo amanecer, y ella aceptó y juró amarlo siempre.El destino nos lanza la felicidad disfrazada, guardada en envoltorios de lucha, sacrificios y llanto. Sólo logra alcanzarla quien es capaz de identificarla sea cual sea su apariencia.

Mi realidad

Mis fantasías, mis sueños, mis dramas y mi mente: todo está aquí.
Ofrezco mi cordial bienvenida a este espacio que no es más que una servilleta virtual, donde plasmo mis emociones cada vez que tengo la necesidad de estallar.