Hoy jugaré con mi mente soñando que estás. Nunca está de más ejercitar la imaginación y pintar el mundo, el universo, la galaxia o la vida que queremos.
El cielo vestía un traje azul, con algunos contados toques de luz, carentes de la iluminación imaginada, puesto que el sol hace su respectiva reverencia naranja y se despide de todos. La tarde olía al perfume que dejaba su pelo sobre la almohada, y aunque yo no sabía cómo era realmente, lo imaginaba a diario cada vez que abría los ojos y despertaba de mi rutinario sueño.
Hoy no necesito soñar. Mi cabeza está sobre sus piernas, mientras vemos caer el día y reímos por sabernos cómplices de nuestro presente. La arena se cuela entre sus dedos, y yo insisto en preguntarme si existe algo más perfecto que un momento junto a él. El mar, a nuestros pies, nos persigue con la ilusión de tragarnos, pero aún dentro de él es imposible separar nuestros corazones.
El cielo vestía un traje azul, con algunos contados toques de luz, carentes de la iluminación imaginada, puesto que el sol hace su respectiva reverencia naranja y se despide de todos. La tarde olía al perfume que dejaba su pelo sobre la almohada, y aunque yo no sabía cómo era realmente, lo imaginaba a diario cada vez que abría los ojos y despertaba de mi rutinario sueño.
Hoy no necesito soñar. Mi cabeza está sobre sus piernas, mientras vemos caer el día y reímos por sabernos cómplices de nuestro presente. La arena se cuela entre sus dedos, y yo insisto en preguntarme si existe algo más perfecto que un momento junto a él. El mar, a nuestros pies, nos persigue con la ilusión de tragarnos, pero aún dentro de él es imposible separar nuestros corazones.
Mis párpados me traicionan y dejan que mis ojos vean la luz, y con la impotencia propia de un sueño irrealizable, veo por la ventana el ocaso que anuncia la retirada de un día más, y con él tu recuerdo.