Regresar


“Sufre más el que se queda”, dicen todos. Yo me opongo y contesto: “¿Y dónde queda el dolor de quien mira por la ventana de un avión cómo se hace más pequeño el lugar del que no quiere partir?”.

Regresar, bandera de tantos y consuelo de muchos, todos conectados por el mismo eterno y juguetón verbo al que llaman “esperar”. Yo no sé quién queda con el corazón más enfermo, pues dichoso aquel que logra la proeza de conservar aún al “rojo” latiendo luego de ese instante –“cliché” de telenovela- en el que un brazo sostiene la mano que gira despacio en el aire en señal de despedida. Una señal parecida a la que hacen los niños cuando no quieren comer más, alejando el platito con su mano y haciendo que ésta se mueva como diciéndole a mamá “ya no más, mami”. ¿Casualidad? Cada vez que me despido del amor, de mi amor, recreo en mi cabeza esa imagen del niño que no quiere más. Porque no quiero más despedidas.

No hay despedida más eterna que la del último aliento, pero para quien ama, decir adiós, hasta pronto, chau, hasta luego, nos vemos pronto, es un puñal que se clava en el alma. Hay quien dice adiós y no regresa; hay quien regresa porque no soportó vivir con un adiós.
Lo que importa es que mi corazón no se fue, mi alma está con vos, y mi cuerpo espera el día en el que el universo al fin conspire y me permita regresar… sin despedidas.



"Al amor de mi vida, mi loquito, mi PO, mi todo...Alejandro Grasso... a quien extraño y por quien quiero regresar..."

Mi realidad

Mis fantasías, mis sueños, mis dramas y mi mente: todo está aquí.
Ofrezco mi cordial bienvenida a este espacio que no es más que una servilleta virtual, donde plasmo mis emociones cada vez que tengo la necesidad de estallar.