
Una vez, alguien me dijo que la manera más efectiva de olvidar es tener un poco de ayuda. Y no la ayuda que te brinda tu vecino mientras reparas tu auto, o la que necesitas cuando tus bolsillos no tienen más que aire. Es la ayuda que dan los otros, los suplentes, los amores furtivos que vienen a dejar un parche en tu corazón; los errores. Son los sicarios de un pasado que estorba, y arquitectos de un presente que nace defectuoso. Son el clavo que saca al clavo que quedó atascado en tu cerebro al encontrarse con una enorme muralla de recuerdos. Son clavos que vienen a construir dudas y remordimientos. Clavos que convierten tu conciencia en un fantasma oportunista que aparece según le convenga. Clavos de dolor, clavos de despecho.
Hoy me siento una pared. Y no quiero verte como mi herramienta, sino como mi nuevo amanecer. Tus besos no son un martillo, ni tus manos la fricción. Hay restos de él en mi. Aún los hay.
Tú no serás mi ayuda, serás mi mañana. Y si soy una pared, espero ser lo suficientemente grande como para dejarte entrar a mi corazón de concreto, no sobre viejas heridas, sino sobre tu propio espacio....el espacio que siempre estará para ti.
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